Tengo Ganas… no es ¿quien es? Si no ¿quienes somos?

Tengo Ganas es un espacio donde las mujeres puede vomitar lo que callan; una hoja en blanco para gritar lo que es guardado por miedo, por tabú, por pena, por prejuicios. Por el temor a ser Juzgadas.
No pretendemos descubrir el hilo negro de los Webblogs. Esta creado sin pretension alguna, es un blog hecho por mujeres para ser leído por quien así lo quiera.
Tengo Ganas fue creado para ¡eso! Para que las mujeres se quiten las ganas. Todas tenemos cosas que decir, hablar sobre el sexo, sobre la soledad, los miedos, las inseguridades; un espacio donde se pueda escupir sin sentirse intimidadas, sin ser calificadas o etiquetadas.

Como mujeres, diferentes cada una, pero con ganas de contar, de decir…Hay algo que nos une y eso, es que somos mujeres.

Es un espacio abierto…

Tengo ganas es para quitarnos las ganas!

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miércoles, 24 de febrero de 2010

Cuando estuve SIN...

Los minutos pasaban y me sentía triste, después se hicieron horas y con ella llegó el dolor, y pronto se hicieron días y con ellos toqué el sufrimiento, y al darme cuenta, eran meses acumulados en una enfermedad llamada depresión.

El tiempo seguía su marcha, y en mi agonía, la oscuridad ante un día soleado era una constante. Mi estado anímico cada vez era peor, no tenía ilusión por nada y me convertí en un ser autómata con la idea de que en algún momento me sentiría mejor.

Y la rutina me llevó de la mano, y la depresión me acompañó a distancia cercana, el desagrado aparecía a cada instante, y el insomnio me visitaba sin deseos de platicar.

Un año, dos, quizás hasta tres, es mejor no sumarlo. Y un buen día, creí que estaba curada cuando descubrí que volvía a sentir amor. Qué engaño el mío, porque solo curé los síntomas y mi mal se mantuvo dormido por algún tiempo.

Al encontrame otra vez sin amor y con ese dolor dentro de mi alma, volvió a mí y con mayor fuerza el enemigo magnificado y le quise nombrar Soledad.

Tenía que ser mujer para que me acompañara y tenía que ser dulce para mi agrado. Hermosa ella llegó conmigo, y para que la depresión no me atacara jugué el juego de la distracción: ejercicio, cine, lectura, alcohol y sexo ocasional.

Un mes, dos meses, tres, cuatro... un año... terapia necesaria... terapia obligatoria... terapia consciente.

Todo me llevó a una simple conclusión:

No fue el desamor, ni la rutina, ni la misma depresión que me hacían daño. Ni llamarla Soledad. Era YO que estaba sin... MI. Y Mi sin YO que me hacía vivir a la mitad de todo y a un paso de la nada.

Cuando estuve sin... Mi, sí que estuve sola.

D. Blue

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