A un paso de la línea que marca el fin del quinto lustro. Después de besar sapos, libélulas, unicornios, osos, lobos, gusanos, príncipes, ogros, guerreros, poetas… He entendido que…
Lo único mejor que cerrar los ojos y recorrer su cuerpo lentamente con las manos temblando de adrenalina, concentrada en su respiración y los latidos de su corazón al máximo... Es abrir los ojos mientras el cosquilleo sube y baja una, y otra, y otra, y otra vez, al mismo tiempo que cada centímetro de mi cuerpo se tensa, contener la respiración y callarme con una sonrisa colosalmente satisfactoria cuando la garganta quiere abrirse a gritos, vaciar el estómago de adrenalina, pegar el ombligo a las bajas vértebras y arquear éstas hasta pegarse al ombligo; todo lentamente... como se hace la luz dentro del ojo, en palabras de Sabines. Nada mejor que disfrutar de un buen orgasmo... con los ojos abiertos. ¿Con quién? Pregunta equivocada. No importa con quién, importa el cuándo. Llegar “al momento” en el instante preciso, es como lograr llevar los fideos a la boca antes de que se caigan de la cuchara.
Un orgasmo es personal. Lo compartes si quieres, entregas un poco, sólo un poco de ti, entregas las ganas, el sudor, el temblor... el resto es sólo tuyo y de ti misma...
Después de soñar entre muertos, de viajar en un país que está de olvido... siempre gris. He entendido que se recuerda con los sentidos no con el corazón.
By Instructora de Vuelo.
viernes, 12 de febrero de 2010
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