Son las diez de la mañana y mi celular vibra anunciando un mensaje… “Levántate floja! PORQUE DE SEGURO NO TE HAS LEVANTADO AUN! Ponte a limpiar tu casa o ve a hacer ejercicio que buena falta te hace”. Y Sí en efecto apenas y despego los ojos para entre leer y no me he querido mover de la cama. Como siempre la única que puede hacer eso es ella… Doña Madre, y acto seguido mis pensamientos comienzan a revolotear entre las sabanas y a imaginar como me vería quitándole esa gruesa capa de polvo a la televisión de la sala o quizás conquistando a algún chico atlético y musculoso de esos que siempre veo correr en un parque cerca de casa; en realidad me veo muy linda con un plumero en mano y ni que hablar de los mallones para correr… vaya que me veo sexy metida en eso. Y así me llegan las once… las doce… y cuando por fin decido hacer algo ya el día se fue; los chicos dejaron de correr y el polvo… puede esperar y acumularse un poco más. Prefiero iniciar mi día al mediodía y dejarle a mi madre el deber de “hacerme sentir culpable”, sí, culpable de pereza, de ocio, de gula, de ser una puta… de esto o de aquello (es increíble como pueden ocurrírsele tantas culpas y pecados a tan temprana hora). Por mi parte elijo seguir disfrutando de un largo y reparador sueño de esos que suelo tener después de una riquísima noche de sexo y placeres. Total…mañana ya habrá tiempo para sentirme culpable.
By Yo Pecadora
jueves, 15 de abril de 2010
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