Fue una noche de ganas. Estaba sin nada que hacer y le envié un mensaje, respondió enseguida y aceptó ir a mi casa. Se sentó en la sala, ofrecí una copa de sensual vino. Yo junto a él, temblaba… abruptamente me besó, me besó y no paró, comenzamos un candente intercambio de caricias, nos desnudamos mutuamente, a prisa como si el mundo fuera a terminar en un par de horas. Yo no pensaba, sólo sentía… Hasta que sentí… se inundó, lo abracé, me abrazó. El beso tierno.
Qué bueno es! Sabía que era tan apetecible como mis ojos, mi olfato y mi piel lo percibían. Carajo!
La culpa?? Ah! Sí, la culpa. En ese beso tierno al verlo a los ojos. Mi amiga. Es el novio de mi amiga… Le rompería el corazón si se lo digo. Será un secreto que me llevaré hasta la tumba.
Si pudiera regresar el tiempo…
Lo volvería a hacer. Ha sido una de las mejores experiencias sexuales que he tenido. Y el factor: PROHIBIDO, es lo que lo convierte para mí en un placer culpable.
Al abrir el libro, me consuela el Marqués de Sade:
“Cómo podemos ser culpables si sólo obedecemos las presiones de la
naturaleza? Los hombres y sus leyes, que son, al fin, obra humana, nos pueden considerar criminales, pero nunca la naturaleza... Sólo resistiéndonos podemos ser culpables a los ojos de ésta y éste es el único crimen que debemos evitar”.
By Instructora de Vuelo
miércoles, 14 de abril de 2010
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario