En verdad, que envidia me das, me dicen algunas de mis amigas.
Me consideran una mujer afortunada, realmente lo soy, la vida me ha dado mucho (a veces pienso que hasta mas de lo que merezco).
Siempre les contestaba: “Dios no da regalos, da paquetes completos”; envidiamos lo "bueno" que otro tiene, pero casi nunca envidiamos o pensamos en la otra parte de ese paquete "lo malo".
Me case hace cinco años, con un hombre que me hace feliz en todos los aspectos, cariñoso, atento, amable, detallista, buen amante, atractivo y lo mejor es que me dio un hermoso bebé, Carlitos ya tiene un año, jamás pensé que ser madre me hiciera tan dichosa.
Mi familia es muy unida, nos reunimos cada 3 meses en la casa de mis abuelos que viven en Guanajuato, siempre estamos pendientes de como están los otros y nos ayudamos cuando alguien lo requiere.
Tengo un circulo de amistades entrañable, todos nos conocemos desde que teníamos 15, hemos pasado tanto tiempo juntos que nos queremos como hermanos.
Económicamente nos va bien, la nevera esta rebozando de comida, podemos salir de vacaciones un par de veces al año, en fin, vivimos sin preocupaciones.
Hace tres meses en una intervención quirúrgica menor, los médicos me han detectado cáncer, terminal, nunca sentí absolutamente nada, de no ser por esa intervención quizá nos hubiéramos enterado cuando llegaran los terribles dolores que hoy tengo.
La envidiosa ahora soy yo,
les envidio la salud de la que gozan día a día,
las envidio a ellas que podrán ver s sus hijos crecer, llevarlos a la escuela y hasta que un día cuando sean adolescentes las culpen de no entenderlos,
envidio que ellas pueden pasar una noche en una velada romántica con sus esposos, mientras yo lo mantengo en vela cuidándome y esperando poder decirme un te amo antes de que la vida se me acabe.
Ellas que tanto decían que me tenían envidia de la buena, también tienen su otra parte del paquete que desconozco, por eso, me voy agradecida por todo lo que Dios decidió darme, no le reclamo nada, me voy siendo feliz y se que dejo a Carlitos en buenas manos.
BY Dime Vaquera
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